El 19 de abril de 1953, Marcos Pérez Jiménez dio un discurso en que anunció su doctrina del nuevo Ideal Nacional y una concepción de geopolítica.
Durante la dictadura perezjimenista, la prensa y la radio fueron censuradas. También se ilegalizaron los sindicatos, y sus dirigentes fueron apresados. Así mismo, se reabrieron cárceles inhumanas, como la de la Guasina, donde fueron recluidos los opositores políticos. La seguridad nacional, policía política de la dictadura, allanó sin orden judicial, y torturó o asesino a los detenidos.
Muchos de los recursos con los que contó la dictadura fueron utilizados para ejecutar planes sociales y urbanísticos. No obstante, algunos altos funcionarios desviaron fondos en beneficio propio. Los actos de corrupción que se cometieron favoreciendo a personas o empresas cercanas al gobierno, que en algunos casos colocaron sus grandes fortunas en el exterior.
Tras la muerte de Gómez los militares andinos continuaron gobernando el país pero bajo la forma de gobiernos no personalistas, respetuosos de la legalidad y de las instituciones. En muchos aspectos estos gobiernos fueron la continuación del sistema institucional gomecista pero por la actividad de los jefes de estado significaron también el inicio de una transición sin pausa pero sin prisa hacia una democracia política.
Los sucesivos gobiernos de los generales Eleazar López Contreras e Isaías medina Angarita en forma -hábilmente dosificada el primero y abiertamente el segundo- echaron las sobre las cuales se podía edificar una sólida democracia política y lograr el desarrollo económico y social del país. Durante este periodo se amplió el ejercicio de las libertades públicas, se concibieron y adelantaron planes coherentes de gobierno, y se crearon instituciones fundamentales para el buen funcionamiento del estado.
Después del derrocamiento de Medina, una Junta Revolucionaria de se encargó del poder. Apresuradamente, el nuevo gobierno dictó medidas de todo tipo para demoler el pasado e intentar construir una estado democrático sobre el principio de la participación . Pero el azar y la improvisación produjeron a la larga una mezcla de aciertos y desaciertos que no dieron bases firmes ni a la democracia política ni al desarrollo económico y social del país.
AD actuaba como partido hegemónico con una política demagógica, prepotente y sectaria: hostigó a la oposición, acaparó los cargos políticos y fue intolerante con las críticas.
El debate cayo entonces en un clima de violencia verbal y de agitación permanente, por el sectarismo de AD y el creciente descontento de la población.
Los militares por su parte, defraudados en sus expectativas y aspiraciones, se proclamaban a sí mismos "guardianes de la seguridad y la paz social en Venezuela".
Luego de múltiples golpes se implantó un gobierno constitucional el cual estuvo a cargo de Rómulo Gallegos, que tuvo una corta presencia en el poder, pues el 24 de noviembre de 1948, los militares-ante una sorprendente pasividad de la ciudadanía- lo derrocaron fácilmente y sin derramamiento de sangre.
Tras la muerte de Gómez los militares andinos continuaron gobernando el país pero bajo la forma de gobiernos no personalistas, respetuosos de la legalidad y de las instituciones. En muchos aspectos estos gobiernos fueron la continuación del sistema institucional gomecista pero por la actividad de los jefes de estado significaron también el inicio de una transición sin pausa pero sin prisa hacia una democracia política.
Los sucesivos gobiernos de los generales Eleazar López Contreras e Isaías medina Angarita en forma -hábilmente dosificada el primero y abiertamente el segundo- echaron las sobre las cuales se podía edificar una sólida democracia política y lograr el desarrollo económico y social del país. Durante este periodo se amplió el ejercicio de las libertades públicas, se concibieron y adelantaron planes coherentes de gobierno, y se crearon instituciones fundamentales para el buen funcionamiento del estado.
Después del derrocamiento de Medina, una Junta Revolucionaria de se encargó del poder. Apresuradamente, el nuevo gobierno dictó medidas de todo tipo para demoler el pasado e intentar construir una estado democrático sobre el principio de la participación . Pero el azar y la improvisación produjeron a la larga una mezcla de aciertos y desaciertos que no dieron bases firmes ni a la democracia política ni al desarrollo económico y social del país.
AD actuaba como partido hegemónico con una política demagógica, prepotente y sectaria: hostigó a la oposición, acaparó los cargos políticos y fue intolerante con las críticas.
El debate cayo entonces en un clima de violencia verbal y de agitación permanente, por el sectarismo de AD y el creciente descontento de la población.
Los militares por su parte, defraudados en sus expectativas y aspiraciones, se proclamaban a sí mismos "guardianes de la seguridad y la paz social en Venezuela".
Luego de múltiples golpes se implantó un gobierno constitucional el cual estuvo a cargo de Rómulo Gallegos, que tuvo una corta presencia en el poder, pues el 24 de noviembre de 1948, los militares-ante una sorprendente pasividad de la ciudadanía- lo derrocaron fácilmente y sin derramamiento de sangre.